Los resultados de este estudio pueden verse resumidos en una ilustradora infografía, que incluye las conclusiones de los talleres llevados a cabo en un IES de Barcelona.
En estos talleres se preguntaba a casi un centenar de estudiantes de segundo y tercero de la ESO (47 chicas y 49 chicos, repartidos en grupos mixtos de entre tres y cinco personas) cuáles eran, en su opinión, las tres asignaturas en las que las chicas y los chicos son más competentes. Las alumnas se consideraron sistemáticamente menos competentes que sus compañeros en asignaturas tradicionalmente vinculadas a los ámbitos científicos y tecnológicos, a pesar de tener notas comparables e incluso superiores a las de los chicos.
Según las conclusiones de este estudio, se observa que la evolución del interés por las matemáticas está claramente influida por los roles de género. Tanto en el paso de la educación primaria a la secundaria como en el de la ESO al bachillerato, las chicas pierden el interés por esta materia. Sin embargo, la inclinación por las matemáticas aumenta en los chicos en el paso de la ESO al bachillerato.
Cuando se pregunta al alumnado la razón por la que cree que los chicos son mejores para las matemáticas que las chicas, se esgrimen razones del tipo: “Porque los chicos piensan más rápido y son más de números” o “Porque a los chicos se les da mejor la práctica”. Como referente para la inclinación por esta materia, los alumnos citan a Einstein.
En el caso de las matemáticas –como en otras materias de las disciplinas CTIM– el estudio ratifica que los estereotipos de género influyen de manera negativa en la autopercepción que las chicas poseen sobre sus competencias en esta disciplina.
No es fácil luchar contra los estereotipos, sobre todo cuando se asumen en edades tan tempranas. Para conseguir que las jóvenes se crean capaces de “brillar” en matemáticas –cuando, insisto, ellas tienen mejores notas que ellos en esta materia– se necesita apoyo en casa y en la escuela. Lamentablemente, el problema procede en gran parte de estos ámbitos, por ello el cambio es tan complejo. Pero también es necesario tener modelos, conocer a las pioneras y a las mujeres que hoy en día trabajan e investigan en matemáticas. Creo que los referentes femeninos no son solo necesarios para las chicas; los chicos también sufren –aunque de otra manera– la presión de los estereotipos, y conocer a mujeres investigadoras en matemáticas, apasionadas por su trabajo, les influiría muy positivamente.
Se están realizando muchas actividades en el aula para intentar cambiar estas tendencias ratificadas en el estudio antes citado de GenTIC. Hay que agradecer los esfuerzos de docentes e investigadoras que invierten tiempo y energía intentando “reconciliar” a las niñas con las matemáticas.
Quiero recordar un magnífico proyecto llevado a cabo por la Comisión de Mujeres y Matemáticas de la RSME en 2007: La mujer, innovadora en la Ciencia, que recibió el primer premio en la modalidad de Trabajos de Divulgación Científica en Soportes Adecuados del concurso Ciencia en Acción 2009. Los materiales de este proyecto –exposición, marcadores y actividades para el aula– siguen disponibles para descargar y utilizar. Allí hay veinte referentes, veinte mujeres pioneras en el ámbito de las matemáticas que lucharon por poder dedicarse a esta disciplina, y vencieron dificultades diversas haciendo importantes aportes a la ciencia. Las mujeres “en las que mirarse” están en esta iniciativa y cada vez más presentes en el aula, solo queda la voluntad real de querer cambiar las cosas.
Marta Macho Stadler