La competición tendrá lugar los días 16 y 17 de marzo en la Universidad de Jaén. La mayor parte de los participantes proceden de 2.º de Bachillerato, 47 en total, mientras que 21 cursan 1.º y otros ocho se encuentran en 4.º de ESO. A ellos se añade, como caso excepcional, un alumno de 3.º de ESO, Leonardo Costa, procedente de Mislata (Comunidad Valenciana), que ha demostrado la necesaria madurez académica para competir con otros compañeros de mayor edad.
Como viene siendo habitual a lo largo de los últimos años, hay una minoría de chicas, cuatro en total: María Mateo (Canarias), Beatriz Pérez (La Rioja), Sara Sendasrrubias (Madrid) y Zhou Ying Jiang Li (Baleares). “Para participar en las olimpiadas hay que ser más competitivo y, en general, las chicas no lo somos”, asume la madrileña Sara Sendasrrubias, quien, además, será una de las integrantes del equipo de cuatro jóvenes españolas que el 9 de abril participará en Florencia (Italia) en la Olimpiada Femenina Europea (EGMO).
La cita será el resultado de un largo trabajo. “Desde hace tres años acudo todos los sábados a una preparación en la Universidad Complutense y llevo dos años en un taller en el instituto”, explica esta joven a quien, asegura, las matemáticas siempre se le dieron bien: “Me gusta cómo se relacionan las cosas de forma tan precisa y general con un lenguaje tan abstracto y sin embargo tan versátil”.
Como en ediciones anteriores, los participantes de la final de la Olimpiada Matemática Española dispondrán de tres horas y media por día para resolver un total de seis problemas (tres en cada jornada) planteados por el comité organizador y en los que deberán poner en práctica todo su ingenio y creatividad sin posibilidad de utilizar calculadoras, aparatos electrónicos o libros. La fase nacional premiará con medallas de oro (6), plata (12) y bronce (18) a los 36 primeros clasificados. Los seis alumnos que consigan medalla de oro formarán parte del equipo olímpico de España en la 59.ª Olimpiada Internacional de Matemáticas, que se celebrará en Cluj-Napoca (Rumanía) en el mes de julio.
Cada año la Olimpiada Matemática Española se convierte en el escenario de decenas de historias de éxito, tesón y superación. Algunos participan en más de una olimpiada científica, como es el caso de Alejandro Epelde (Madrid), que el año pasado fue el ganador de la Olimpiada Nacional de Física, medalla de plata en la internacional de esta disciplina y en la final nacional de la Olimpiada Matemática Española. “Este año voy a las dos también. Me lo pasé muy bien el pasado y tengo opciones de hacerlo aún mejor”, afirma este joven, quien valora que “las olimpiadas me han mostrado un lado de las asignaturas que en el Bachillerato no se ve” y que no duda sobre su futuro académico: “Por supuesto, voy a hacer matemáticas, si puede ser, en Cambridge”.
Estudiantes y profesores preparan y participan en las olimpiadas “de forma totalmente voluntaria y a cambio de nada”, como señala la presidenta de la Comisión de la Olimpiada Matemática Española, María Gaspar, quien además defiende “el mérito que tiene que estos jóvenes estén tres o cuatro horas pensando en problemas que son muy difíciles y que les exigen un enorme esfuerzo intelectual”. “Acaban exhaustos como si hicieran una maratón”, precisa. El presidente de la RSME, Francisco Marcellán, ha defendido la necesidad de que las administraciones presten apoyo a esta competición fundamental para promover el talento científico y matemático de los jóvenes preuniversitarios: “La Olimpiada Matemática es, sin duda, uno de los mayores motivos de orgullo de la RSME, por el hecho de ayudar a que los jóvenes descubran la pasión por las matemáticas, de despertar las vocaciones y contribuir de esta forma a que esta ciencia haya alcanzado en nuestro país sus mayores cotas de excelencia y proyección internacional”.