Como profesionales que tenemos a los números por aliados hemos podido analizar evoluciones y, pasado el solsticio de verano, esperamos celebrar una buena cosecha de nuestra labor. Los titulares son algunos de los frutos de las semillas de formación, divulgación e investigación matemática que sembramos, regamos, cuidamos y mejoramos durante muchos años.
El trabajo constante de la comunidad matemática española tiene una especial floración gracias a indicadores de empleabilidad muy altos y al impacto de los dobles títulos en los que el grado en Matemáticas es uno de los binomios. La demanda de estos estudios simultáneos con una oferta restrictiva por parte de las universidades, al valorar el esfuerzo extraordinario que requieren, ha impulsado muchas cabeceras y ha generado un efecto imán en los grados y los másteres de Matemáticas. Desde la Conferencia de Decanas, Decanos y Directoras y Directores de Matemáticas se constataron estos datos en la reunión celebrada este curso en la Universidad de Jaén.
Reflexionando desde la Comisión de Mujeres y Matemáticas, tenemos que ser conscientes de que, al transmitir estos mensajes, los efectos que se siembran en los futuros profesionales en numerosas ocasiones producen diferentes variantes según sean mujeres u hombres. Está medido que el primer impacto de los dobles títulos fue un atractor para los chicos al “querer estar donde están los mejores” y generaron el síndrome del impostor en mayor medida en las chicas: “no sé si seré suficientemente buena”; teniendo unas notas muy altas, ellas dudaron de sus capacidades. Este efecto se extendió inicialmente de los dobles títulos, donde las mujeres son minoría, al grado en Matemáticas. También se identificó en las inscripciones de las niñas y los niños en las pruebas del proyecto ESTALMAT en las diferentes comunidades, con la consiguiente disminución de chicas seleccionadas.