El techo de cristal es el nombre que recibe la barrera invisible que encuentran las mujeres a la hora de abrirse paso en su carrera profesional e ir progresando hacia puestos de mayor responsabilidad, pero este número queremos dedicarlo a otro techo, el techo de papel.

Este término fue acuñado por el sociólogo canadiense Eran Shor y su equipo en un estudio publicado en American Sociological Review para referirse a la infrarrepresentación de las mujeres en los medios de comunicación escritos. Mediante un amplio estudio de big data, Shor y su equipo concluyeron que las mujeres suponen menos del 20 % de las personas que aparecen en la prensa de Estados Unidos.

Está claro que el concepto del techo de papel es un problema global que no se limita solo a los medios escritos, sino que se extiende a los medios de comunicación en general, las redes sociales, los libros de texto, etc.

Conferencia Solvay celebrada en Bruselas (Bélgica) en 1927 en la que solo aparece una mujer, Marie Sklodowska-Curie.

Si nos centramos en la comunicación científica, los datos son similares. De acuerdo con un trabajo llevado a cabo por investigadores de la Universitat de València, un 74 % de las fotografías en noticias científicas en prensa muestra únicamente a hombres científicos frente a un 17 % que muestra solo a mujeres. Es más, aunque según datos de la Asociación Española de Comunicación Científica hay paridad en el número de divulgadores de la ciencia (aproximadamente el 47 % son mujeres y el 53 % hombres), con excepciones, los famosos son ellos. De especial importancia nos parece la ausencia de figuras femeninas en los libros de texto. En estos, muchas de las contribuciones que han hecho las mujeres en la historia son ignoradas. Esta invisibilización se acrecienta en el campo de la ciencia y la tecnología. Si solo uno de cada ocho personajes que se muestran en los libros de la ESO son mujeres, en ciencias las apariciones femeninas se reducen a una de cada veinte ocasiones y en tecnología aparecen únicamente dos mujeres frente a doscientos veintiocho hombres (según datos recogidos por el proyecto de investigación TRACE). Este desequilibrio de género también es patente en las imágenes de los materiales educativos online para primaria. Conforme a un estudio de ámbito internacional, el 55 % de los hombres que se muestran en estos materiales educativos tienen profesiones relacionadas con la ciencia, mientras que en el caso de las mujeres este porcentaje es solo del 30 %.

Sin referentes en los medios de comunicación y en los libros de texto, muchas niñas no tienen modelos en los que reflejarse. No nos puede extrañar, por tanto, que según un informe de la OCDE, en promedio, solo una de cada cinco chicas de quince años quiera dedicarse a profesiones técnicas. En España, solo el 7 % de las chicas quiere estudiar una carrera técnica. Este problema continuará mientras no consigamos una representación equilibrada de científicas y científicos en los medios de comunicación y el material educativo. Este equilibrio es un paso esencial para mostrar a las niñas que tanto hombres como mujeres pueden hacer ciencia y tecnología.