La historia de la RSME nos sitúa este año en el centenario de un momento importante de su devenir inicial, tras la fundación en 1911. El año 1919, la sociedad, con el treintañero Julio Rey Pastor al frente de la operación, se dotaba de unos nuevos estatutos e iniciaba la publicación de la Revista Matemática Hispano-Americana, acompañada solo al principio por el Boletín de Crítica, Pedagogía, Historia y Bibliografía, un suplemento que sufragaba el recién jubilado Zoel García de Galdeano, presidente de la RSME desde 1915. La revista tuvo continuidad, con grandes dificultades de subsistencia durante la Guerra Civil y otras menores durante los años de autarquía posteriores, hasta el año 1982. Tres años después tomó el relevo la Revista Matemática Iberoamericana, de perfil netamente investigador.
Como todas las sociedades científicas de su género, la SME (la “R” de Real no llegó hasta 1929) tenía entre sus misiones principales la publicación de la Revista de la Sociedad Matemática Española, que se puso en marcha desde la misma fundación, con periodicidad mensual durante el curso académico. Por diversas razones (que se explican en la Historia de la RSME, el primero de la serie “Libros de autor”), la revista dejó de publicarse en 1917, quedando la sociedad sin la información matemática y la comunicación societaria que la revista proporcionaba. Ese mismo año, Rey Pastor marchó a Buenos Aires en el marco de un programa de cooperación científica suscrito, desde Buenos Aires, por la Institución Cultural Española de Buenos Aires y, en Madrid, por la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE). Pasó casi todo el curso académico 1917-18 promocionando en la Universidad de Buenos Aires el doctorado en matemáticas y animando los estudios previos de matemática superior. De la capital argentina volvió decidido a producir un relanzamiento de la SME y su revista con un evidente cambio de paradigma, que consistió en trasladar la sede de la Facultad de Ciencias al Laboratorio y Seminario Matemático de la JAE, potenciar el perfil investigador de la revista y que esta sirviera también a los intereses matemáticos de la América Hispana a través de Argentina.
Como aldabonazo de su nueva vocación, con la intención de marcar una tendencia, la revista consiguió contar en su primer número con tres firmas europeas de mucho prestigio: el francés Jaques Hadamard y los alemanes Felix Klein y David Hilbert. Del primero se publicó un artículo matemático titulado “Sobre transformaciones puntuales” y de los alemanes, sendos textos programáticos sobre el quehacer matemático de gran actualidad de entonces: de Hilbert, su famoso “El pensamiento axiomático”, orientador del nuevo estilo matemático característico del siglo XX, y de Klein, “Matemática de precisión y matemática de aproximación”, una reflexión sobre la enseñanza de las matemática para matemáticos y para ingenieros. Además de la sección doctrinal en la que se publicaron otros artículos de matemáticos españoles y extranjeros de menor relieve que los tres citados, la Revista Matemática Hispano-Americana siguió con un índice general similar al de la anterior Revista de la Sociedad Matemática Española. Había secciones de bibliografía y reseñas de libros, problemas propuestos y resueltos, noticias de la matemática nacional e internacional, incluidas necrológicas, crónica de la propia SME (a manera de boletín interno), etc.
Dos años después de esta notable revitalización de la SME y su revista, Rey Pastor marchó de nuevo a Buenos Aires, esta vez con un proyecto inicial de tres años pero que se prorrogó indefinidamente. Siguió potenciando la Revista Matemática Hispano-Americana desde la otra orilla y con sus estancias trimestrales anuales en Madrid durante el verano austral. En la capital española, la revista y la investigación en el Laboratorio Matemático de la JAE quedaron en buenas manos, principalmente las de José Gabriel Álvarez Ude y José María Plans. Se inició así la aportación matemática a la Edad de Plata de la cultura española, que brilló durante el primer tercio del siglo XX hasta que la funesta sublevación militar desoló el país y trajo un nuevo periodo de oscuridad a la ciencia española.