Sin entrar en el debate sobre si son adecuadas o si contribuyen a perpetuar que los cuidados familiares sigan siendo asumidos mayoritariamente por las mujeres trabajadoras, es cierto que las medidas enfocadas a evitar la discriminación sexual son cada vez más habituales en las administraciones públicas. Debemos estar orgullosos de que se hayan ido implantando en las convocatorias más competitivas del país (FPU, Juan de la Cierva, Ramón y Cajal, Premio Rubio de Francia, etc.) medidas que ayudan a evitar, en la medida de lo posible, el abandono de la carrera investigadora por parte de las mujeres. Sin embargo, es cuestionable el hecho de que algunas de estas medidas se hayan introducido en dichas convocatorias para uso y disfrute de hombres y mujeres por igual, aunque es cierto que el hecho de que estos cambios se introduzcan en las bases de concursos, ayudas, premios o proyectos va en el camino de evitar, siempre que se apliquen correctamente, que se cometa algún tipo de irregularidad sexista.
Si pensamos en qué tipo de medidas deben de ser introducidas en las bases de los concursos, seguramente todos tengamos claro que la maternidad debe recibir una especial consideración, ya que es absurdo negar, o intentar disimular con argumentos de libertad de elección, que ésta no interfiere de manera real con el trabajo de la investigadora actual. Sabemos que son muchas las científicas que van postergando el momento de ampliar su familia por culpa del sistema actual, que no ayuda a que la conciliación familiar y profesional dentro de la academia sea una realidad. Las investigadoras poseen una dificultad añadida en su carrera y es la del miedo a que coincidan en el tiempo su maternidad con el momento de la evaluación de su currículo para, por ejemplo, obtener una evaluación positiva de acreditación, valoración de investigación o ganar una plaza en la universidad.
A pesar de las incontables veces en las que se ha puesto de manifiesto la necesidad de mostrar la dimensión de este tema, solicitándose a la Agencia Nacional de Evaluación de Profesorado que lo tuviese en cuenta en sus evaluaciones para evitar la brecha de género en Ganadores de los concursos del Día Internacional la investigación, hemos tenido que esperar hasta diciembre de 2019 al leer la nueva convocatoria del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades de evaluación de méritos científicos (sexenios) para observar algún cambio relacionado con el tema. Tal y como se indica en el BOE del 11 de diciembre 2019, “Como parte de una estrategia integral para alcanzar la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, a efectos del cómputo de los tramos de investigación para la evaluación de la actividad científica e investigadora, aquellas mujeres que así lo deseen podrán prorrogar el último sexenio vivo un año por cada permiso que disfruten por nacimiento, adopción, guarda con fines de adopción o acogimiento”. Esta nueva disposición, que puede ser beneficiosa para algunas mujeres, pero no para tantas otras, ha sido fruto de las negociaciones entre la Delegación de la Presidencia de Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas para Políticas de Igualdad con la Secretaría General de Universidades y el Observatorio de Mujeres, Ciencia e Innovación.
Sin embargo, como augura el curioso efecto Dunning- Kruger, cuanto más sabemos más dudas tenemos, y esta medida nos abre nuevos interrogantes y nos crea la necesidad de poner de manifiesto que se deben seguir realizando cambios. La mujer no “tiene que ponerse las pilas” para recuperar en un año “lo que ha perdido” sino que se le deben evaluar sus últimos seis años con la aplicación de factores correctores del currículo por el hecho de haber sido madre considerando, por ejemplo, los méritos para la concesión del sexenio en términos relativos al período efectivo trabajado y no en términos absolutos del período de cómputo de seis años. Además, la nueva disposición no aplica, por ejemplo, a aquellas mujeres que, habiendo sido madres, no se encuentran disfrutando de ningún sexenio vivo en el momento de entrada en vigor de la resolución.
Como suele decirse, “al andar se hace el camino”, paso a paso, pero aún nos queda mucho, muchísimo, por caminar.