Por Fernando Blasco (presidente de la Comisión de Divulgación de la RSME)
Acaba de fallecer, víctima de la COVID-19 John Conway, el creador del Game of Life. Un prolífico matemático que trabajó en numerosos campos de nuestra disciplina. Conway derrochaba vida y conocimiento y así lo demostraba siempre, estando rodeado de gente ansiosa de escucharle y aprender de él. Y no solo aprender de él conocimientos, teoremas y resultados, sino también filosofía del conocimiento: ¿por qué y para qué estudiamos? Probablemente, muchos jóvenes que ahora somos matemáticos tuvimos el primer contacto con John Conway al mismo tiempo que lo tuvimos con Martin Gardner: el libro Carnaval matemático comienza con una dedicatoria:
“A John Horton Conway, cuyas continuas contribuciones a la matemática recreativa son únicas por su combinación de profundidad, elegancia y humor”
Y el primer capítulo de este libro también está dedicado a un par de juegos ideados por Conway: el juego sprouts (llamado en la traducción española de ese libro Drago) y el Brussels sprouts. El primero de ellos, que literalmente se podría traducir como “brotes”, es un juego a caballo entre la topología y la teoría de grafos con el que muchas personas se han iniciado, informalmente, en estos campos. El segundo es una prueba de su sentido del humor, incluso en el nombre (coles de bruselas). Gardner también llevó a que Conway fuera un matemático conocido por mucha gente cuando publicó en Scientific American una columna en la que describía el juego life. La relación entre estos dos personajes no termina ahí y el matemático Conway estuvo detrás, como asesor, de muchas de las columnas que el periodista Gardner escribió sobre divulgación matemática. En España no se publicaba aún Investigación y Ciencia y la matemática recreativa de Conway tuvo que esperar a las recopilaciones de artículos en forma de libro.
El juego de la vida es un juego de simulación en el que se recrean procesos que ocurren realmente en la vida: los organismos aparecen, se desarrollan, se reproducen y mueren. Algunas veces se puede llegar a una configuración estable, otras veces se produce la extinción. Con este juego Conway fue más allá de las matemáticas y aparece en todos los textos de biología matemática y de computación como un clásico al que citar.
John Conway hizo importantes contribuciones en teoría de grupos, teoría de números, álgebra, geometría, topología, teoría de nudos, combinatoria, teoría de juegos y física teórica, entre otras. Es autor de más de diez libros y cerca de ciento cincuenta artículos de alto nivel. Siempre estuvo preocupado por difundir sus conocimientos no solo entre la comunidad matemática sino que realmente creía en la transdisciplinariedad y en ayudar a los más jóvenes, porque ellos son los encargados, en primera instancia, de hacer que se continúe en el progreso del conocimiento. También era capaz de explicar al público general algunos difíciles conceptos de matemáticas a través de los juegos de estrategia que diseñaba, juegos de magia y actividades de todo tipo.
Su libro The book of numbers, escrito junto con Richard Guy, otro matemático recientemente fallecido, es una delicia en la que incluye algo de historia, algo de humor y mucha matemática. Encuentra relaciones geométricas en los números y transmite la sensación de que las diferentes parcelas en las que hemos clasificado las matemáticas no son tales. El libro comienza con lo sencillo: pautas en números naturales (conocí a Conway en Atlanta, en un encuentro gathering for Gardner, precisamente una tarde en la que a los jóvenes matemáticos les pedía que le trajeran piñas para comprobar qué números de la sucesión de Fibonacci aparecían en sus espiras, y las clasificaba según éstos) y termina con una de sus creaciones más sorprendentes, los números surreales, los que describe como unos números que llenan los huecos entre los números ordinales de cantor del mismo modo que los números reales llenan los huecos que hay entre los enteros. Donald E. Knuth, el creador del Tex con el que escribimos nuestros artículos, es también autor de una novela inspirada en los números surreales, en la que escribe la frase “Conway dijo a los números: sed fructíferos y multiplicaos”. John Conway se ha ido, pero nos queda su extensa obra.