Como miembros de la comunidad matemática, hemos recibido a lo largo de estos días de confinamiento numerosos mensajes de llamamiento a la colaboración en la Acción Matemática contra el Coronavirus, una iniciativa puesta en marcha por el Comité Español de Matemáticas (CEMat) que aprovechamos para elogiar. Tal y como han dejado constancia los miembros del comité de expertos a través de distintos medios, han sido numerosas las expresiones de interés por parte del personal investigador de nuestra área, tanto para mostrar sus contribuciones como para participar en las iniciativas que ya se han puesto en marcha, el diseño de un predictor colaborativo o el recientemente creado grupo de trabajo para la #vuelta_a_la_normalidad, que se presentaba en el Boletín 663.
Sabemos que este es un período excepcional, tanto personal como laboralmente, pero quisiéramos destacar el gran reto que supone para los investigadores e investigadoras participar en esta iniciativa, ya que se nos piden respuestas en tiempos cortos, muy cortos, cuyo fin es ayudar en la toma de decisiones de las autoridades sanitarias a distintos niveles. En cierto modo, la acción que estamos llevando a cabo recoge el testigo de la realizada por Florence Nightingale decenas de años atrás (Boletín número 663): el personal sanitario (al que aplaudimos todos los días) ha estado trabajando en condiciones de guerra, ya que los recursos, tanto materiales como humanos, no han sido suficientes y nosotros tenemos la encomienda de guiarlos cara a las mejores estrategias, basándonos en los datos que tenemos (generalmente heterogéneos y recogidos mediante protocolos que han dado lugar a confusión -dato acumulado o no acumulado-, por no mencionar la transparencia en su difusión). Se supone que nuestro marco de trabajo estará regido por las políticas de Ciencia Abierta, donde el Dato Abierto es uno de sus pilares. En este sentido, las administraciones deberían empezar a asumir que también tendrán que sumarse a este nuevo paradigma y facilitar información completa, precisa y fiable.
A pesar del contexto, el llamamiento ha recibido una respuesta muy positiva, y en la página de la Acción Matemática contra el Coronavirus dedicada a contribuciones de expertos se pueden encontrar aportaciones de 37 grupos, pero tan solo un 13,5 % de éstos presentan participación de investigadoras (más o menos se obtiene el mismo porcentaje si vemos el número de investigadoras sobre el total de participantes individuales). En el ámbito universitario, según el último informe sobre Científicas en Cifras de la FECYT, las mujeres representan un 33 % en las áreas de análisis matemático y matemática aplicada, y un 42 % en el área de estadística e investigación operativa, siendo estas las disciplinas desde las que se están realizando más aportaciones en el marco de esta iniciativa. Sorprende, por tanto, que exista tal desfase en la participación, analizada ésta por sexos. ¿Esta situación “excepcional” lo es más para las mujeres? ¿O lo que vemos no es más que el reflejo de lo que ocurre a diario? Son las mujeres las que se ocupan mayoritariamente de los cuidados y de las tareas domésticas. Ahora, unamos este hecho a que las responsabilidades familiares (hijos, mayores a cargo, …) no ofrecen ni un respiro y los cuidados no se delegan, las tareas domésticas se multiplican y, además, debemos convertirnos en expertas en “teledocencia”, preparar material docente adaptado al nuevo paradigma, mantener reuniones y tutorías por Teams, Zoom, Jitsi, Skype, Hangouts, Duo, Facetime, … o cualquier otro medio.
Desde la Comisión de Mujeres y Matemáticas queremos trasladar nuestro reconocimiento a todas aquellas mujeres que, en estas circunstancias, han sido capaces de aportar sus conocimientos a esta causa. Animamos a todas las investigadoras a participar en estas iniciativas y a los grupos de trabajo a que cuenten con nosotras. Esperamos que en la investigación se erradique la expresión tan usada estos días en los medios de comunicación “médicos y enfermeras” y pasemos a ser personal sanitario y personal investigador.