Por Antonio Bahamonde. Presidente de la Sociedad Científica Informática de España (SCIE)
Escribo estas líneas como uno de los autores de un documento conjunto de la RSME y la SCIE sobre la educación en matemáticas e informática en Secundaria. Escribo en mi calidad de representante de la parte informática, pero voy a expresar mi punto de vista personal sobre este tema teniendo en cuenta que soy matemático de formación.
No concibo la informática sin matemáticas, ni tampoco las matemáticas sin informática. El argumento central para subrayar la relevancia de estas disciplinas es el impulso de la digitalización. Todos los estudios sobre la economía del futuro venían destacando esta palabra; tras la crisis de la COVID-19, la presencia de lo digital en las previsiones del futuro se ha disparado.
Pero, como sucede con muchas otras palabras, digital, digitalización, son términos que, con el uso excesivo, van perdiendo su significado por un desgaste que desdibuja perfiles. Llega incluso a parecer que las nuevas generaciones, la de los llamados “nativos digitales”, ya incluyen en su ADN la facultad de desenvolverse con soltura en este entorno. Se confunde el hecho de que ahora estamos todos expuestos a la presencia de muchos dispositivos digitales con el conocimiento profundo sobre su funcionamiento.
La vida nos empuja a una economía en la que los modelos de negocio están sufriendo un gran cambio basado en la automatización. La revolución es tan grande que se preveía la desaparición de millones de puestos de trabajo en España; en estos momentos quizás estemos abocados a algún escenario más dramático todavía.
La buena noticia que nos trae esta digitalización es que podemos subirnos a esta corriente y remar un poco más rápido que ella, que es la única manera de gobernarla y orientarla a nuestro favor. Lo que necesitamos para eso es talento, el que surge de tener equipos bien organizados que sean capaces de crear aplicaciones que generen actividad económica.
La educación que deben tener las personas que construyan un futuro mejor deberá estar basada en las matemáticas, la informática y los idiomas (incluyendo el nuestro). Necesitamos personas formadas en la resolución de problemas y capaces de comunicar las soluciones al mundo y a los ordenadores.
Para poder hacer que funcione este planteamiento se necesita una reflexión común sobre los contenidos, las competencias y las metodologías. El documento conjunto es un primer paso en el que analizamos estos temas en la educación secundaria. Una educación que, en estos momentos, no incluye ninguna asignatura obligatoria de informática. Y que, por otra parte, en las matemáticas todavía se ven restos de procedimientos manuales que, con el uso de ordenadores, han dejado de usarse en la práctica.
También es necesario potenciar partes de las matemáticas, como los grafos o la combinatoria, que deberían tener mayor atención, porque son esenciales para modelar problemas sobre redes sociales o la complejidad de los algoritmos. Pero esto son detalles que habrá que contar en otro momento; sin tardar mucho, por cierto.