María Elena Vázquez Abal preside la Comisión de Mujeres y Matemáticas de la RSME, un equipo renovado de doce personas que este año ha asumido el reto de revertir la desigualdad en los ámbitos académico y profesional. La también profesora titular en la Universidade de Santiago de Compostela nos cuenta en primera persona su experiencia y puntos de vista.
Pregunta. En los últimos años se ha puesto el foco en la situación de la mujer en la ciencia y se han impulsado iniciativas para romper la brecha de género. ¿Se han producido avances?
Elena Vázquez. Se ha visibilizado el problema y se ha tratado de dar una idea de su dimensión. En un marco social general, no se puede negar que la puesta en valor del papel de la mujer en casi todos los campos y estamentos ha avanzado, pero lamentablemente no se han aportado soluciones efectivas que contribuyan a romper esa brecha.
P. ¿Hay quizás más sensibilización que medidas efectivas para la igualdad? ¿Qué hace falta realmente para combatir la desigualdad?
E. V. Efectivamente, la sensibilización ha aumentado notablemente y esperamos que lo siga haciendo llegando a formar parte de nuestros valores como sociedad, pero la implantación de medidas correctoras de la desigualdad no resulta fácil. Creo que es muy importante que la sociedad sea consciente de este problema, la sensibilización es un paso necesario, pero no suficiente. Entre los estudios en los que hemos colaborado para el Libro Blanco de las Matemáticas de la RSME, hemos apreciado que las jóvenes manifiestan una baja autoestima para abordar estudios en matemáticas y que consideran de baja utilidad social los empleos que proporciona esta disciplina. Creo que dar a conocer modelos y referentes reales y crear proyectos cooperativos liderados por mujeres, como pretendemos que sea nuestra comisión, pueden ayudar a aumentar las vocaciones entre las jóvenes.
P. La situación de la mujer matemática, ¿es mejor, peor o similar a la de otras ramas de las ciencias?
E. V. La situación de la mujer es muy similar en todas las disciplinas CTIM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). En matemáticas hay campos más feminizados que otros, solo hay que comparar estadísticas entre áreas. Álgebra, análisis matemático y geometría y topología, presentan una realidad muy diferente a estadística, didáctica y matemática aplicada. Algo similar sucede en otras ramas de las ciencias. A medida que se avanza en la carrera académica, en matemáticas, el porcentaje de mujeres que acceden a cátedras universitarias no supera el 21 %. En particular, en mi área, Geometría y Topología, si no me equivoco debe haber solo tres catedráticas. En las tres universidades gallegas las catedráticas de todas las áreas de las matemáticas se pueden contar con los dedos de una mano.
P. ¿Es importante que los hombres se involucren también en la misión de romper la brecha de género?
E. V. En este proceso, es fundamental la implicación masculina, pero no solo en el ámbito profesional, sino también en el familiar. La conciliación familiar y la corresponsabilidad en la crianza y los cuidados es crucial para garantizar el desarrollo de la carrera profesional en igualdad de condiciones. Los sistemas de evaluación y contratación, normalmente masculinos, deben ser consecuentes con la realidad de las mujeres. Y no podemos despreciar el 50 % del talento que pueda ayudar a construir una sociedad más justa e igualitaria.
P. ¿Cómo trabaja la Comisión de Mujeres y Matemáticas y en qué líneas estratégicas concretas?
E. V. Hemos conseguido formar una comisión donde se recoge un conjunto heterogéneo de intereses, que se complementan magníficamente. Es una comisión joven, con la mirada puesta en el futuro. Trabajamos de forma colaborativa, aportando ideas desde nuestras propias perspectivas, tanto personales como profesionales. La elaboración del artículo semanal que publicamos en este boletín hace que la interacción sea continua y estrecha.
Todas nuestras actividades se pueden encajar en una o varias de nuestras líneas estratégicas que contemplan la visibilización de la mujer matemática, la coeducación y la identificación de actitudes discriminatorias.
Las redes sociales son para la comisión el principal medio de difusión para la visibilización de la labor de las mujeres en las matemáticas. Nos gustaría también encontrar medios para reconocer el trabajo de las matemáticas que ya no están en activo pero que han ido abriendo camino y que, seguramente, en su momento no recibieron el reconocimiento necesario. También queremos promover desde la RSME medidas para que en las páginas web de las revistas aparezcan las estadísticas de artículos presentados y aceptados desagregados por sexo y nacionalidad para poder analizar los posibles sesgos de género. Todo esto sin olvidar las relaciones internacionales con otros colectivos similares a nuestra comisión.
P. ¿Y qué hay de la coeducación?
E. V. Creemos que los modelos son imprescindibles tanto en la Enseñanza Primaria como Media. Los primeros momentos de la escolarización son fundamentales para la coeducación. Pensamos que debemos animar a la creación de una materia sobre igualdad y coeducación en las carreras de grado en educación infantil y primaria y en el máster en formación de educación secundaria. Trabajar para que no sigamos silenciando a las mujeres en los libros de texto y romper la invisibilidad de la mujer científica.
Por último, estamos trabajando en la identificación de actitudes discriminatorias para poner en marcha acciones para promover ambientes profesionales positivos para las mujeres. En esta línea tenemos planteadas tres acciones que consideramos de gran importancia. Primero comprometer a la RSME a que, al menos en sus actividades, becas, organización de congresos, haya mujeres, aunque no sea el 50 %, y que no sean siempre las mismas mujeres con carrera ya consolidada. Como segunda acción, la elaboración y aprobación de un código de conducta para las actividades de la RSME. Y como tercera acción, tratar de que las evaluaciones de sexenios, convocatorias competitivas, contratos, titularidades, cátedras y becas FPI y FPU, se hagan con perspectiva de género (Boletín del 13 de marzo 2020).
P. En los vídeos realizados para la celebración del 12 de mayo se planteaban doce preguntas a 24 matemáticas, pero no estabas entre ellas. En relación a una de esas doce preguntas, ¿qué es, para ti, lo mejor de ser matemática?
E. V. Pues, un privilegio, no concibo que puede haber mejor que trabajar en lo que a una le gusta y que por encima te paguen. Claro que ha sido difícil llegar hasta aquí, el camino ha tenido amarguras pero siempre dulcificadas con esos días en que después de estar trabajando en una conjetura consigues resolverla. ¡Qué digo resolverla! simplemente entenderla. Es muy difícil explicar el placer que se siente al haber conseguido entender algo que te parecía inabordable y que de pronto te desvela todos sus secretos y, sí, hablo de matemáticas.
P. ¿Y lo peor?
E. V. Lo peor no tiene nada que ver con las matemáticas, está unido a la educación que recibí por ser mujer y consiste en que, después enfrentarte y superar problemas matemáticos complejos, que cualquiera se enorgullecería poder entenderlos, te dices a ti misma, “seguro que no era tan difícil como pensaba” en vez de ponerte una medallita en la solapa para que el resto del mundo lo sepa. Sí, yo también padezco el síndrome de la impostora.
P. Por último, ¿tienes algún consejo para una estudiante que quiera ser una profesional de las matemáticas?
E. V. Que estudie lo que le guste. Que siempre se valore a sí misma. Que ignore a quien trate de convencerla de que hay algo que no puede hacer. Que olvide a quién solo le hable de sus limitaciones. La capacidad de trabajo y superación del ser humano solo se puede conocer si te enfrentas a conseguir tus sueños… y al fin y al cabo, las mujeres somos seres humanos.