Las matemáticas tienen un notable peso en la economía y la investigación en España, un efecto multiplicador en la productividad y en la optimización de los procesos, pero hay un amplio margen de mejora si se compara con otros países avanzados de nuestro entorno. Esta ha sido una de las principales conclusiones del debate “Matemáticas para un futuro mejor”, organizado en la Fundación Ramón Areces en colaboración con la RSME. En este encuentro, celebrado este martes 19 dentro de los actos de presentación del Libro Blanco de las Matemáticas, se han puesto de manifiesto las oportunidades que ofrece una “sociedad matematizada” para afrontar los retos actuales.
“Sin matemáticas no hay ciencia y sin ciencia no hay futuro”, ha advertido el vicepresidente segundo de la RSME, David Martín de Diego, moderador de esta jornada en la que han participado la catedrática de la Universidad Complutense de Madrid María Jesús Carro, coordinadora del capítulo de investigación del Libro Blanco de las Matemáticas, y el catedrático de la Universidad de Sevilla Guillermo Curbera, uno de los autores del capítulo sobre el impacto económico de la matemática en España.
En el debate se ha analizado, entre otras cuestiones, la amplia presencia de las matemáticas en diferentes sectores y actividades económicas, que van desde cualquier proceso industrial que tenga diseño, modelaje y simulación, hasta la optimización en la producción logística o el análisis de datos, que permite ser más eficientes en internet, en las finanzas o en los servicios públicos de salud. Sin embargo, a pesar de su potencial en la productividad y en el desarrollo de tecnologías emergentes, existen dificultades estratégicas derivadas del tamaño medio de las empresas españolas, que frenan el salto a la innovación matemática. “Tenemos la oportunidad de ofrecer a las empresas españolas herramientas matemáticas para optimizar sus procesos”, ha destacado Curbera.
Otra de las cuestiones sobre la mesa ha sido la necesidad de mejorar y reforzar la investigación y la transferencia del conocimiento, para lo que se necesitaría una mayor relación y colaboración bilateral con las empresas y avanzar en la excelencia investigadora, tanto a nivel teórico como aplicado. “No hay aplicación sin teoría, es decir, renunciar a incentivar la investigación teórica es estar destinado al fracaso absoluto”, ha señalado Carro.