J. L. Heilbron, profesor de historia de la University of California, especialista en la historia de la física y la astronomía y autor de Galileo (Oxford University Press, 2010) no duda de calificar a Galileo como “el matemático más grande de Italia, quizás del mundo” de su época (pág. 303). Sin embargo, Viktor Blåsjö (Universidad de Utrecht, Holanda) mantiene que Galileo no era más que un mediocre matemático, netamente inferior a, por ejemplo, su compatriota y contemporáneo Bonaventura Cavalieri o a su discípulo Evangelista Torricelli, en el trabajo Galileo, Ignoramus: Mathematics versus Philosophy in the Scientific Revolution que subió a arXiv el pasado 12 de febrero (casualmente fecha de nacimiento de Galileo). Véase también los 18 episodios (9.5 horas) de la primera temporada de su podcast Opinionated History of Mathematics.
Pero Blåsjö no se detiene con la discusión del talento matemático de Galileo. En las 117 páginas de Galileo Ignoramus, y con ayuda de numerosas figuras y notas, argumenta que las carencias matemáticas de Galileo determinaron completamente su obra y que su preferencia por la experimentación y el instrumental científico, por otro lado no tan innovadora y exitosa, no fue sino una huida de sus limitaciones. Añade que Galileo se centró en la refutación de la visión aristotélica – al respecto, Descartes admitía la elocuencia del italiano pero afirmaba que no se trataba de una tarea difícil – y la divulgación del método científico como parte de esta huida.
El historiador de las matemáticas y matemático de la Universidad de Utrecht señala que la figura de Galileo es crucial para la respuesta de preguntas fundamentales como las relaciones entre la ciencia, la matemática y la filosofía, las relaciones entre el mundo y pensamiento antiguo y moderno o nuestra concepción de la historia de la ciencia y del método científico. Por ello, propone una revisión integral de la obra de Galileo en la que alcanza la iconoclasta conclusión de que Galileo “es el peor de los matemáticos y el mejor de los filósofos. Es demasiado incompetente para hacer matemáticas pero lo suficientemente competente para admirarlas. En comparación a los matemáticos, es un fiasco que tiene que dedicar su tiempo a explicar conceptos filosóficos obvios porque carece de la capacidad para hacer matemáticas reales. En relación con los filósofos, es una revelación y un punto de inflexión, articulando por primera vez en prosa filosófica muchos principios centrales de la cosmovisión científica” (pág. 5).
Añade que la relevancia, en su juicio injustificada, de Galileo en la historia de la ciencia sólo se explica porque ésta ha sido narrada principalmente por filósofos e historiadores con un gran desconocimiento de la obra de matemáticos griegos como Arquímedes y de la tradición y unidad de pensamiento matemático que se inicia con dicha obra y, en consecuencia, bajo la errónea presunción de que la cosmovisión aristotélica se consideraba vigente entre los matemáticos del siglo XVII. Estos malentendidos ponen de manifiesto, en opinión de Blåsjö, la importancia de que los matemáticos se interesen por la historía de su disciplina y no la dejen en manos de historiadores y filósofos sin bagaje matemático.