David Gómez-Ullate es investigador en la Universidad de Cádiz y miembro del Comité CEMat “Acción matemática contra el coronavirus”. En esta entrevista hablamos del trabajo y el papel de los matemáticos después de más de un año de lucha contra la pandemia.
Pregunta.- Las matemáticas demostraron su utilidad a la hora de predecir la evolución de los contagios. ¿Cuál es ahora su papel en la planificación y gestión de los recursos sanitarios?
David Gómez-Ullate.- Desde CEMat una de las contribuciones que más se está utilizando a nivel nacional son los modelos que han desarrollado en la Universidad Pública de Navarra para predecir el nivel de ocupación en UCIs. Son modelos basados en simulación de eventos discretos que pueden anticipar una o dos semanas con bastante precisión la ocupación de UCIs, y permiten adaptar la logística hospitalaria.
P.- ¿Se están aplicando las matemáticas a las estrategias de vacunación? ¿Cómo pueden contribuir a la eficacia de este proceso?
D. G-U.- Hay varios grupos que están trabajando en la predicción de curvas de incidencia bajo diferentes escenarios de vacunación. Son modelos muy detallados que usan las redes de contactos a nivel de individuo y simulan interacciones y probabilidades de infección. Estos grupos elaboran informes semanales para el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES). En el diseño de los grupos de prioridad para las vacunas se ha atendido principalmente a criterios éticos de protección a la población más vulnerable. Se discutió en su momento si modelos matemáticos podrían sugerir otro tipo de estrategia que equilibrara criterios de vulnerabilidad y conectividad (por ejemplo, vacunando antes a los jóvenes) pero, en mi opinión, la estrategia actual es la más adecuada. En la eficacia del proceso de vacunación creo que influyen más factores económicos y políticos ligados a la producción y suministro de vacunas que a la logística de administración de las dosis a la población. Imagino que habrá estudios de investigación operativa para distribuir las vacunas a los centros de salud y dimensionar los equipos asistenciales, pero nosotros no participamos en este proceso.
P.- ¿Se ha producido alguna mejora en el tratamiento y calidad de los datos?
D. G-U.- Indudablemente desde el inicio de la pandemia se ha mejorado en la uniformización de criterios en la recogida de datos y en la elaboración de indicadores. Hoy en día todo el mundo está familiarizado con la IA14 y esto permite comparaciones entre regiones y países. Sin embargo, sigue existiendo bastante notificación tardía. Con los sistemas informáticos que tenemos y tras un año de experiencia, los retrasos en la notificación nunca deberían superar unos pocos días. Ahora mismo se está trabajando en cruzar las bases de datos de pruebas clínicas (SERLAB) con el registro de vacunación (REGVACU) para la monitorización de la efectividad de las distintas vacunas en función de variables como edad, sexo o patologías previas.
El Comité de CEMat tiene ya acceso a todas las bases de datos oficiales y, en este sentido, tenemos ya todo lo necesario para trabajar. Como científico, creo que sería deseable que toda esta información fuera públicamente accesible con las adecuadas medidas de anonimización. Sin embargo, dada la tensión política que gira siempre en torno a la toma de decisiones, puedo entender que se prefiera trabajar con discreción.
P.- La crisis sanitaria ha venido a recordar la importancia del trabajo de los equipos multidisciplinares. ¿Cómo ha sido la experiencia en la lucha contra la pandemia?
D. G-U.- Desde CEMat estamos trabajando en colaboración con el CCAES y con técnicos del Ministerio de Economía sobre evaluación del impacto de las medidas de restricción sobre indicadores sanitarios y económicos. Es obvio que hay que encontrar equilibrio en el impacto sanitario y el económico, por eso me parece adecuado que se formen estos equipos. Desde el Ministerio de Economía, por ejemplo, manejan todos los indicadores macroeconómicos habituales, pero también indicadores sectoriales de consumo en tiempo real por datos de transacciones con tarjetas. Analizar el impacto de determinados grupos de medidas en la economía y en la tasa de infección es uno de nuestros principales problemas ahora.
P.- ¿Cómo se puede avanzar en este sentido?
D. G-U.- Al Comité le costó bastante esfuerzo llegar a ganar su confianza y empezar a trabajar con ellos, pero ahora las cosas van avanzando en varios frentes. Se avanza lento, porque todos los matemáticos que están trabajando lo hacen al margen de todas sus obligaciones docentes, investigadoras y de gestión. Creo que es necesario establecer grupos interdisciplinares que colaboren de manera más estrecha, funcionando bajo una misma dirección, y liberando a algunas personas de parte de sus tareas. Por muy buena disposición que tengamos, no se puede basar todo en el voluntarismo. La situación requiere en mi opinión de una apuesta más decidida por crear equipos estables y mejor coordinados, y en ese sen-tido creo que tenemos aún bastante margen de mejora.