A mediados de agosto, en ese momento del período estival donde el colectivo docente tratamos de dejar reposar las neuronas, el hashtag #Matematicas se convirtió en tendencia en Twitter. Cualquiera de nosotras hubiera deseado que este momento de gloria se produjera por un gran avance en la frontera del conocimiento, por la solución de un problema del milenio o por un reconocimiento (de esos que tanto escasean en nuestra comunidad) a alguna de nuestras ilustres científicas. Pero no: un rumor sobre un borrador del currículo de Educación Primaria que incluía la perspectiva de género y la componente emocional en la enseñanza de las matemáticas despertó de su letargo a la comunidad matemática.
Sin ánimo de reabrir el debate, que ya resultó intenso en esos días de agosto, nos gustaría invitar a quienes nos leen a tomarse unos momentos de reflexión:
-Cuando se trate el teorema de Pitágoras en el libro de matemáticas, ¿resultaría una pérdida de tiempo y papel dedicar unas líneas a comentar quién era Teano y su relación con las matemáticas?
-¿Thales se revolvería en su tumba si cuando en los libros de texto la “personita” que va a medir la altura de un árbol (usando la suya propia) aplicando su famoso teorema, se llamase “Laurita” en vez de “Manolito”?
-¿Por qué son las chicas las que aparecen en los ejercicios para calcular las proporciones de los ingredientes de las recetas o recalcular los precios de la ropa en las rebajas?
-¿Es triste que el alumnado conozca a Hipatia por la película Ágora de Alejandro Amenábar y que en los libros de texto no aparezca citada?
-Las ilustraciones de las profesiones y las ocupaciones hogareñas que aparecen en los libros para motivar ejercicios de matemáticas, ¿qué tipo de estereotipos reflejan?
Ejemplos de este tipo aparecen en los libros de texto de primaria y secundaria. Las editoriales están introduciendo algún cambio pero, como hemos comentado con anterioridad en otros boletines, aún queda mucho camino por delante. Continuar con la tendencia actual refuerza la creencia de que a las niñas no se les dan bien las matemáticas, o que solo se interesan por esta materia cuando se aplica a algo estereotípicamente femenino. Creencia que, a pesar de ser rotundamente falsa, sigue afectando perceptiblemente al rendimiento y a las elecciones de asignaturas que hacen ellas y ellos durante toda su etapa educativa.
Del enfoque “socioemocional” no tenemos mucho más que decir que lo ya escrito en el capítulo Igualdad de género en el ámbito de las matemáticas del Libro Blanco de la RSME.
Sin ánimo de ser exhaustivas, ya que en la red se encuentran muchas más, para apreciar el sabor de la polémica se pueden consultar estas pocas referencias.
– El currículo de Primaria desata una batalla ideológica (El País)
– La reforma se produce tras asumir la tesis de la OCDE, que advierte de la falta de interés entre las mujeres por las llamadas carreras STEM (El cierre digital)
– Las Matemáticas no son machistas ni feministas; la ciencia es ciencia (ABC)
– Por qué la perspectiva de género y emocional en las Matemáticas no consiste en «ablandarlas» (El Diario)
– El Gobierno da a las Matemáticas un enfoque «socioemocional» y con «perspectiva de género» (El Mundo)
– Por qué es una buena noticia que las Matemáticas incluyan perspectiva de género (Huffingtonpost)
– ¿Qué entendemos por perspectiva de género en matemáticas? (La Tercera)
– @cboullo (https://twitter.com/cboullo/status/1425246320885997577?s=20), César Boullosa, Graduado en Matemáticas y Doctor en Biociencia Molecular por la Universidad Complutense de Madrid, profesor de Matemáticas en el IES Gabriel García Márquez de Madrid.
– @AnaBayes (https://twitter.com/AnaBayes/status/1426087925951967232), Anabel Forte Deltell, Licenciada en Matemáticas y en Ciencias y Técnicas Estadísticas, Doctora en Matemáticas y profesora titular del Departamento de Estadística e Investigación Operativa en la Universitat de València.