La profesora Eva Miranda, miembro de la Comisión Científica de la RSME y catedrática de geometría y topología de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), ha recibido el premio François Deruyts, un galardón que cada cuatro años y desde 1902 concede la Clase de Ciencias de la Academia Real de Bélgica en honor a François Deruyts (1864-1902). Aunque el área de especialización de este matemático belga era la geometría algebraica, el premio reconoce contribuciones importantes que permitan el progreso de la geometría en sentido amplio (en la descripción original del galardón, denominada “geometría superior sintética o analítica”).
En su edición número 29, la Academia ha concedido a Eva Miranda este reconocimiento por “sus contribuciones importantes en el estudio de sistemas completamente integrables y en el desarrollo de la teoría de sistemas mecánicos con singularidades». De esta forma, la matemática entra en una lista de galardonados en la que figuran nombres ilustres como Jacques Tits, Pierre Deligne y Simone Gutt. “Para mí es un auténtico honor formar parte de esta lista. Desde luego no me esperaba este premio. Es una distinción internacional muy prestigiosa que me llega en un momento en el que estoy investigando nuevas estructuras y supone un estímulo para continuar abriendo estas nuevas líneas de investigación”, asegura la premiada.
Pregunta.- ¿Cuál es tu visión sobre la situación de la investigación en geometría en España y su proyección a nivel internacional?
Eva Miranda.- En España tenemos diversas escuelas muy importantes en geometría, campo en el que, en mi opinión, destaca la geometría algebraica y geometría diferencial, distribuidas de norte a sur de la península y en las islas. Como siempre nos pasa en España tenemos personal muy creativo y tenaz al que debemos cuidar mejor para fortalecer estas escuelas y conseguir el efecto retorno de los que ahora son personal postdoctoral en el exterior. Es una de nuestras asignaturas pendientes, no solo en geometría.
P.- El premio llega después de tu designación como Hardy Lecturer de la London Mathematical Society. ¿Cómo has recibido este nombramiento y qué expectativas abre en tu futuro?
E. M.- Sí, este 2022 ha venido cargado de premios. Empecé el año con la concesión de un ICREA Academia 2021, luego vino el Premio Bessel de la Fundación Alexander Von Humboldt y después el nombramiento como Hardy Lecturer de la London Mathematical Society y la concesión del Premio François Deruyts. El nombramiento como Hardy Lecturer es un reconocimiento excepcional pero también implica una gran responsabilidad, ya que tendré que realizar una gira de charlas (la denominada Hardy Tour) por todo el Reino Unido. Entre la lista de los anteriores Hardy Lecturers se encuentran matemáticos de primer orden como Terence Tao, Etienne Ghys, Dusa McDuff, Nalini Joshi y Peter Sarnak. Estar a la altura de los anteriores Hardy Lecturers para conseguir un Hardy Tour exitoso es un listón muy alto, pero he de reconocer que me gustan los retos.
P.- ¿Cuál crees que ha sido la clave para cosechar estos logros?
E. M.- Es un año con muchos reconocimientos, pero no olvidemos que el efecto iceberg solo nos deja ver los éxitos y detrás de ellos hay muchos años y mucho trabajo labrando el camino, y también algunos fracasos. Intento transmitir este mensaje a mis alumnos de tesis que me han conocido en la “época de vacas gordas”. No somos “Will Hunting”, es el valor del esfuerzo lo que me ha llevado hasta aquí. Creo que tener unas condiciones buenas de trabajo ha sido fundamental para conseguir todos estos éxitos. Quiero agradecer públicamente a la UPC por haber apostado por mí cuando en 2009 conseguí una plaza de Lector en esta universidad donde ahora soy catedrática desde 2018. La UPC me ha dado mucha libertad y comodidad para trabajar. Y estoy muy especialmente agradecida a la Institució Catalana d’Estudis Avançats ICREA que me ha concedido dos ICREA Academia consecutivos. Gracias a este programa he podido intensificar mi investigación y concentrarme en nuevos retos.
P.- ¿Y ahora…?
E. M.- Estos premios me dan impulso para seguir y abrir líneas de investigación con riesgo, menos convencionales pero que creo que pueden tener un impacto importante en otras áreas. Tal vez no me atrevería a abrir esas nuevas líneas sin el estímulo que suponen unos reconocimientos que me dan alas para volar más alto.