Hace poco tiempo ha caído en nuestras manos un artículo, escrito por dos investigadores de la Universidad de Granada, en el que se lleva a cabo un análisis sobre el impacto que está teniendo el sistema actual de evaluación científica en los patrones de publicación de los investigadores españoles. En este enlace puede consultarse el artículo completo, cuya lectura recomendamos.
En él nos encontramos con datos bastante elocuentes, que deben hacernos pensar si el método que utilizamos actualmente en las distintas evaluaciones permite realmente apreciar la valía científica de un investigador. Desde los sexenios hasta las acreditaciones, pasando por los baremos para la obtención de plazas de ayudante o de contratos pre- y posdoctorales, el criterio fundamental y de mayor peso para evaluar a los candidatos es el número de artículos publicados en revistas que estén bien posicionadas (es decir, Q1 o Q2) en los rankings correspondientes (principalmente en los Journal Citation Reports o Scimago Journal Rank). Esto ha desembocado en una carrera sin control por obtener cuantas más publicaciones mejor, en el menor tiempo posible, lo cual, ni qué decir tiene, merma la investigación de alto nivel, pues a la postre se premia la cantidad frente a la calidad.
Otro de los efectos que ha tenido esta vorágine es la eclosión, en los últimos años, de editoriales de revistas científicas de acceso abierto con cargos por procesamiento de artículos, como MDPI o Frontiers. Y aunque las revistas se anuncian como de revisión por pares, la calidad de esta revisión ha sido insistentemente cuestionada. La consecuencia de la aparición de este tipo de editoriales en la investigación española es desoladora: en los últimos 7 años el número de publicaciones españolas en, por ejemplo, MDPI, ha crecido más de un 1800 %, siendo, en la mayoría de las universidades españolas, la editorial donde más artículos se publican; y esto a pesar de las continuas advertencias en contra de una gran parte de la comunidad científica.
Por si esto fuera poco, muchas de estas revistas están recogidas en los rankings antes mencionados, y en posiciones altas. En el caso del JCR, en la categoría “Mathematics”, nos encontramos la revista Mathematics, una de las que recogen mayor cantidad de publicaciones de matemáticos españoles, y la razón es clara: año tras año ha ido escalando puestos en el ranking, situándose actualmente en un sorprendente 21.º puesto, en detrimento de revistas de indudable prestigio y calidad, como el Bulletin of the American Mathematical Society o el Duke Mathematical Journal, entre muchas otras. Es además ilustrativo, y no para bien, el hecho de que el porcentaje de la producción española que se ha publicado en Mathematics quintuplica la media mundial, lo que parece mostrar que los matemáticos en España hemos desarrollado un sesgo muy claro en favor de esa revista.
En los últimos tiempos está siendo cada vez más habitual encontrar currículums de investigadores en los cuales casi la totalidad de sus trabajos están publicados en este tipo de revistas; incluso uno puede tropezarse con casos “sangrantes”, como que alguien haya publicado, en el mismo año, cuatro o cinco artículos en la misma revista (de las del tipo que nos ocupa), que por supuesto está situada en el Q1 del JCR. Y entonces nos preguntamos: un estudiante de doctorado o joven postdoc, que comienza su andadura en la investigación y que ve que su futuro depende fuertemente del “número de publicaciones” que consiga, ¿cómo puede competir con eso? La respuesta es clara y triste: entrando en el mismo juego.