El profesor Eduardo Liz Marzán acaba de asumir el cargo como presidente del Área Científica de Matemáticas de la Agencia Estatal de Investigación. Catedrático de Matemática Aplicada en la Universidad de Vigo, su investigación se centra en la teoría cualitativa de sistemas dinámicos continuos y discretos, con especial atención a sus aplicaciones en Biología y otras ciencias. Ha sido IP de proyectos del Plan Nacional de forma ininterrumpida desde 1998 y ha participado como investigador en proyectos internacionales y redes temáticas.
Autor de cerca de 100 artículos en revistas de prestigio en las áreas de Matemáticas, Matemática Aplicada y Biología Matemática, es miembro del comité editorial de tres revistas internacionales y lo ha sido de otras tantas. Con una amplia experiencia como evaluador de la Agencia Estatal de Investigación y de otras ocho agencias de investigación extranjeras, Liz Marzán comparte con la RSME su visión sobre algunas de las cuestiones que más afectan a la investigación científica.
Pregunta.- ¿Cuáles serán sus objetivos prioritarios o líneas estratégicas en esta nueva etapa que comienza?
Eduardo Liz.- Antes de nada, me gustaría agradecer la cortesía que ha tenido la RSME contactando conmigo para hacer esta entrevista. Para mí es un placer contribuir a este Boletín que leo cada viernes.
Llego a esta etapa con humildad e ilusión. Creo que es un trabajo muy estimulante y para mí es un honor presidir un panel del que he formado parte durante el último año como colaborador y que cuenta con un equipo excepcional. Si quiero hablar de objetivos y líneas de actuación, debo hacerlo en plural porque saldrán de los debates entre las personas que componen el equipo.
Nuestro objetivo principal es que el panel siga contribuyendo a que las convocatorias públicas financien las propuestas de mayor calidad, siempre primando lo cualitativo sobre lo cuantitativo y apoyándonos en los mejores evaluadores externos. Otro aspecto importante es continuar promoviendo, en la medida de lo posible, una composición equilibrada con respecto al género en todas las comisiones que tengamos la responsabilidad de constituir, así como tomar medidas para evitar sesgos por razones de género o cualquier otro motivo en las evaluaciones. Como una parte importante de la gestión de las matemáticas, creo poder hablar en nombre del panel para decir que estaremos en todo momento encantados de intercambiar ideas y colaborar con las distintas sociedades que trabajan cada día para impulsar no solo la investigación matemática, sino también aspectos como la docencia o la divulgación.
P.- Últimamente se han sucedido las denuncias de plagios y malas praxis en el campo de la investigación. ¿Le preocupa la situación y el impacto que esto puede tener sobre la ciencia de calidad y la imagen que se proyecta a la sociedad?
E. L.- Si bien lo deseable sería que todos estos malos comportamientos no se produjesen, en mi opinión que salgan a la luz es muy positivo porque ayudan a limitar la sensación de impunidad que a veces se percibe en las personas que los llevan a cabo. Los investigadores deberíamos ser los primeros en denunciar y aislar estos casos. Yo creo que la mayor parte de la sociedad, si bien condena estas conductas, entiende que la ciencia juega un papel imprescindible en nuestra vida diaria y en el futuro de la humanidad y que merece ser financiada. La calidad de la ciencia depende en última instancia del esfuerzo y la honestidad de las personas investigadoras y creo que hay muchas más noticias destacando las figuras que representan el lado bueno de la ciencia que la pillería de unos pocos que solo buscan su beneficio propio. Lo triste es que a veces son las instituciones las que promueven estas malas conductas, únicamente preocupadas por escalar posiciones en unos rankings que utilizan con frecuencia criterios fácilmente falseables, como se ha demostrado en algunas de las noticias recientes.
P.- ¿Cómo cree que se ha llegado a esta situación y qué se puede o se debe hacer para evitar estas conductas, en especial desde la AEI?
E. L.- Poco queda por decir en este sentido. Creo que todos sabemos los factores que promueven este tipo de conductas. Quizá el más importante es que demasiados estamentos están muy centrados en las métricas (como rankings de universidades o índices de impacto) y con frecuencia premian a los investigadores más por la cantidad que por la calidad de su investigación. Esto ocurre a muchos niveles, como financiación interna en algunas universidades, promoción de personal en algunos departamentos universitarios o concesión de tramos investigadores. El modo de evitar estas conductas sería trabajar desde todos los estamentos para convencer a los investigadores e investigadoras, especialmente a los que están en sus primeras etapas, de que los atajos son el camino más corto, pero generalmente no son el buen camino; es la única manera de promover la honestidad que a veces sentimos que se está perdiendo. Por mi experiencia en el panel de matemáticas, desde la AEI se está lanzando el mensaje, en línea con la declaración DORA, de que no se deben usar métricas como el factor de impacto para evaluar la calidad. Por otra parte, la AEI es muy cuidadosa en la selección y aprobación tanto de personas colaboradoras como evaluadoras. En línea con esto, hace unos días me decía un investigador muy distinguido que, si los proyectos de investigación se concediesen contando artículos en un cuartil del JCR, no tendría sentido que el trabajo de evaluación lo hiciesen investigadores del más alto nivel.
P.- ¿Qué le parece, en este sentido, la Declaración de la RSME sobre la evaluación de las publicaciones en el área de las Matemáticas?
E. L.- Creo que la Declaración de la RSME identifica bien los efectos negativos de algunos sistemas de evaluación, en la línea de lo que acabo de comentar, como es el aumento de publicaciones en revistas de dudosa calidad que se sitúan fraudulentamente en posiciones muy altas de clasificaciones como el JCR, práctica que en ocasiones se incentiva desde las propias instituciones académicas y que condicionan especialmente las carreras investigadoras de las personas más jóvenes. También identifica bien algunas deficiencias de los rankings, especialmente la tendencia a evaluar la cantidad sobre la calidad. En cuanto a las medidas de actuación que se proponen, en mi opinión están muy alineadas con la forma de trabajar en la AEI y, por tanto, en el panel de matemáticas: eliminación de baremos basados únicamente en criterios bibliométricos y cuantitativos, teniendo más en cuenta criterios cualitativos como el impacto de la investigación y las aportaciones individuales de los investigadores en sus resultados, así como dar un peso relevante a las valoraciones de las personas expertas. Quizá se puede ir más allá e identificar algunos de los agentes que están haciendo mucho daño, como es el caso de las revistas con un número muy elevado de editores y una cantidad desorbitada de números especiales que con frecuencia se ponen en manos de personas con poca experiencia. Eso, unido a tiempos anormalmente cortos de revisión (al menos para matemáticas), está fomentando que demasiada gente (tanto jóvenes como investigadores más consolidados) apueste por la cantidad y la inmediatez frente a la calidad y la elección de problemas más interesantes que requieren una mayor dedicación y tiempo.
P.- ¿Considera adecuada la dotación de becas y ayudas de la AEI para los jóvenes investigadores? ¿Qué previsión hay a este respecto?
E. L.- Creo que todos estaremos de acuerdo en que los fondos para investigación son insuficientes y, en particular, son muchos los jóvenes investigadores con un expediente excepcional que tienen dificultades para conseguir una financiación adecuada para iniciar su carrera investigadora. Algo similar ocurre con las ayudas Juan de la Cierva y Ramón y Cajal: a todos nos gustaría que pudiesen llegar a un mayor número de investigadores. Sobre la previsión, lamento no poder aportar datos; acabo de aterrizar en el puesto y por el momento estoy concentrando mis energías en la gestión de algunas convocatorias que han salido ahora con plazos cortos para su resolución.
P.- ¿Cuál es su opinión sobre el modelo de financiación de la AEI, con la convergencia a una tasa de éxito del 50 por ciento y con buena financiación por proyecto, y sobre cómo afecta a investigadores que hasta ahora recibían financiación para atender necesidades básicas como movilidad, asistencia a congresos, pago de publicaciones o adquisición de material bibliográfico e informático?
E. L.- Este es un tema muy delicado. Yo he ido viviendo la transición a este modelo desde hace tres años, cuando empecé a participar en las comisiones de proyectos. Siempre es doloroso que queden sin financiación proyectos de equipos que hacen bien su trabajo, por la sencilla razón de que tienen por delante proyectos mejor valorados. En la línea de la pregunta anterior, si los recursos no fuesen limitados, no estaríamos hablando de esto. Como sí lo son, y esta es una convocatoria muy competitiva, veo el lado positivo de que se puedan financiar mejor los proyectos de más calidad. Sería maravilloso que el país se pudiese permitir dotar a todos los grupos que hacen investigación honesta y de cierta calidad con una financiación basal, pero ese parece un objetivo todavía lejano.
P.- Las matemáticas tienen el próximo año citas importantes a nivel nacional e internacional, como la Bienal de la RSME en enero, el congreso bilateral RSME-SMM (Sociedad Matemática Mexicana) en julio, el congreso ibérico con la Sociedad Matemática Portuguesa en otoño y, por supuesto, el Congreso Europeo de Matemáticas de la European Mathematical Society que se celebrará en Sevilla. ¿Cómo puede apoyar la AEI el desarrollo y la asistencia a estos eventos?
E. L.- Aquí me habéis pillado. Lo cierto es que desconozco el apoyo que la AEI puede dar a los congresos porque por el momento no he tenido ninguna experiencia en este sentido. Todo lo que puedo decir es que, como presidente del panel de matemáticas, me pongo a disposición de la RSME para apoyar todas estas iniciativas en la medida en que tenga margen para hacerlo.