En el Boletín de la RSME n.º 815 avanzamos algunas de las principales conclusiones sobre nuestra encuesta sobre el abandono de la carrera investigadora. En este número presentaremos más detenidamente los datos que obtuvimos en la muestra.
Como comentamos anteriormente, la participación que obtuvimos fue muy positiva, con 237 respuestas de jóvenes matemáticos que van a defender una tesis doctoral en los próximos años o que han defendido la tesis hace menos de 10 años. De entre los jóvenes que contestaron la encuesta, 152 son hombres, 83 mujeres, una persona no binaria y otra persona no compartió su género. Debido a que no hay suficientes datos de personas no binarias, a la hora de desglosar respuestas por géneros nos centraremos en las diferencias entre hombres y mujeres.
En cuanto al estado de sus carreras académicas, aproximadamente la mitad han defendido la tesis y la otra mitad no. Esto nos permite analizar la situación tanto entre doctorandos como entre personas que ya han terminado su tesis.
La gran mayoría de los encuestados estudió un grado en Matemáticas o Estadística, aunque también hubo 23 personas que acabaron haciendo un doctorado en Matemáticas tras haber estudiado otras titulaciones como Física (12 personas) o ingenierías (5 personas).
Casi el 70% de los participantes tuvo financiación durante todo el período de la tesis y el 20% la tuvo durante algunos periodos. La fuente de financiación más frecuente fueron los contratos de Formación de Personal Investigador (FPI), de los que se beneficiaron el 29 % de los jóvenes que obtuvieron financiación, seguidos de las ayudas predoctorales de universidades y centros de investigación (22%) y los contratos de Formación de Profesorado Universitario (FPU) (19.6%).
De los 237 jóvenes, 123 se han planteado dejar la tesis en algún momento a lo largo del período de realización de la misma, frente a 114 que nunca se lo han planteado. Existe una diferencia de género: el 48% de los hombres se han planteado dejar la carrera frente al 57% de las mujeres.
A aquellas personas que dijeron haberse planteado dejar la tesis durante su realización les pedimos que escogieran las razones por las que se lo plantearon. El motivo más frecuente fueron los elevados niveles de estrés y/o ansiedad, con el 74% de las respuestas, seguido por la falta de expectativas laborales de futuro al terminar la tesis, con el 52% de las respuestas; un entorno laboral desfavorable, con el 31% de las respuestas; la falta de financiación en el momento, con el 30% de las respuestas, y, finalmente, la dificultad para la conciliación, con el 24% respuestas. Otras 29 personas añadieron otras razones adicionales, entre las que se encuentran la desmotivación por la investigación (13 respuestas), un sueldo insuficiente comparado con la oferta en la empresa privada (11 respuestas) y la falta de apoyo por parte de sus supervisores (4 respuestas). Desglosando los datos por género, se observan pocas diferencias entre los porcentajes de hombres y de mujeres en la mayoría de las respuestas. La diferencia más significativa se da en la dificultad para la conciliación, que fue una razón por la que solo el 20% de los hombres se plantearon dejar la tesis, frente al 27% de las mujeres.
De las 120 personas encuestadas que han defendido la tesis, 36 nunca se plantearon dejar la carrera investigadora, 68 consideraron abandonar la investigación pero finalmente continuaron y 16 abandonaron la carrera investigadora. Entre aquellas personas que abandonaron la carrera investigadora tras haber defendido la tesis, o se lo han planteado, los principales motivos para dejarla fueron los siguientes. En primer lugar, la falta de estabilidad de los puestos a los que podían acceder, aducido por el 76% de los encuestados; en segundo lugar, la necesidad de movilidad geográfica para conseguir financiación y contratos, con el 60% de las respuestas, y, en tercer lugar, el bajo nivel salarial, con el 50% de las respuestas. Los siguientes motivos fueron el estrés y la ansiedad sufridos durante la realización de la tesis doctoral (43%), la falta de financiación o contratos para continuar (42%), la dificultad para la conciliación (33%), el interés por trabajar en un sector ajeno al mundo académico (24%) y, finalmente, un entorno laboral desfavorable (19%).
Al estudiar los datos segregados por género, las mayores diferencias fueron los porcentajes de personas que señalaron la falta de financiación como un motivo para abandonar la investigación (el 52% de los hombres frente al 42% de las mujeres), el estrés (el 29% de los hombres frente al 43% de las mujeres) y tener un entorno laboral desfavorable (el 8% de los hombres frente al 19% de las mujeres). Cabe destacar que, una vez acabada la tesis, se aprecian diferencias de género mucho más significativas que durante la realización de la misma.
Al preguntar a los encuestados, en general, sobre qué factores creen que resultan más determinantes para abandonar la carrera académica (con respecto a toda la población, y no solo en su caso personal), más del 90% de los encuestados destacaron la falta de estabilidad laboral, seguida por los bajos salarios (67%), la dificultad para encontrar trabajo sin movilidad geográfica (59%) y el estrés y la ansiedad generados por la carrera académica (58%). El porcentaje de las personas que creen que la existencia de ofertas más atractivas en el sector privado/empresarial es un factor determinante se reduce al 43%, y el estrés debido a un entorno laboral desfavorable lo proponen el 26% de los encuestados.
Como dato final, el 59% de los participantes de la encuesta conocen a muchas personas que han abandonado la carrera investigadora durante la tesis o tras su defensa, frente al 33% que apenas conoce algún caso aislado. Solo el 8% afirma no conocer a nadie que haya estado en esta situación.
Como reflexionamos en el artículo anterior, la inestabilidad de la carrera investigadora, su baja retribución salarial y el estrés que genera en los jóvenes investigadores son factores que afectan negativamente al panorama de la investigación en España y que además contribuyen a la brecha de género. Es por eso que vemos importante emplear la información que proporcionan este tipo de encuestas para buscar soluciones colectivas a los problemas de los jóvenes investigadores.