El VII Congreso de Jóvenes Investigadores de la Real Sociedad Matemática Española reunirá del 13 al 17 de enero en Bilbao a un total de 487 asistentes en torno a una cita cuyo objetivo principal será compartir sus últimos resultados de investigación, establecer lazos y sentar las bases de la futura comunidad matemática española.

La Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Univertsitatea (UPV/EHU) ha sido en esta edición la institución anfitriona, coorganizando junto al Basque Center for Applied Mathematics (BCAM) y la Real Sociedad Matemática Española (RSME) el más importante congreso de jóvenes investigadores de matemáticas que, desde 2011, se celebra cada dos años en España.

El presidente del Comité Organizador de este congreso, Josué Tonelli Cueto, nos ofrece algunos detalles sobre su desarrollo.

Pregunta.- ¿Cuántos investigadores está previsto que asistan y cuál es su perfil? Josué Tonelli.- Hay un total de 487 investigadores registrados en el congreso, lo cual ha sido una sorpresa porque son 150 más que en la edición anterior. En general, la mayoría son de nacionalidad española, aunque un 23,6% reside fuera de España (un 22% en Europa y un 1,6% en EEUU), habiendo investigadores en todas las áreas de las matemáticas. Finalmente, según mis estimaciones, tenemos en torno a un 25% de estudiantes de doctorado, un 65% en puestos de transición (como profesor ayudante doctor o postdoc) y un 10% con posiciones ya estabilizadas (como profesor titular).

P.- ¿Qué se trata de conseguir con la organización del congreso? ¿Cuáles son los objetivos?

J. T.- El Congreso de Jóvenes Investigadores de la RSME tiene un objetivo principal: que investigadores jóvenes en matemáticas establezcan lazos entre sí y tejan las redes de la futura comunidad matemática española. Por supuesto, compartir los resultados de investigación es importante, pero si ese fuera el objetivo ya tenemos el arXiv y los papers. La necesidad de organizar congresos proviene del hecho de que la investigación es una actividad colectiva que requiere de colaboraciones e interacciones. De esta forma, cualquier congreso o conferencia no es más que la creación de un espacio común donde podemos conectar y discutir ideas, colaborar, explotar sinergias y hasta empezar nuevos proyectos.

P.- ¿Cuáles serán las áreas a tratar y los ejes centrales de debate y discusión?

J. T.- Además de las 7 plenarias, el congreso cuenta con 38 sesiones paralelas (con un total de 366 charlas) y una sesión de 22 pósteres, que abarcan casi todas las ramas de las matemáticas. Sin entrar en detalles, podemos ver que las sesiones paralelas se estructuran mayoritariamente en cuatro grupos: álgebra (10), análisis (8), ciencia de datos (6), geometría y topología (6) y matemática aplicada (5). Adicionalmente, hay 3 sesiones que no encajan en estos tres grupos por su carácter interdisciplinar, de las que quiero destacar la de didáctica de las matemáticas, la cual es una novedad con respecto a los últimos congresos de la RSME.

P.- ¿Cuáles son los criterios que se han tenido en cuenta en la organización de las sesiones plenarias y paralelas?

J. T.- Todos estos criterios recaen en el Comité Científico. Por un lado, las plenarias son seleccionadas por este comité directamente. Por otro lado, las sesiones paralelas son aprobadas en base a propuestas hechas por investigadores jóvenes. Este año es importante resaltar la gran labor y valentía de Ujué Etayo y Ángel González-Prieto a la hora de liderar el comité y apostar por innovar en la convocatoria de sesiones paralelas y comunicaciones.

Por primera vez en un congreso de la RSME se han incorporado restricciones en la propuesta de sesiones con la meta de garantizar que fueran verdaderamente nacionales, buscando que las listas de ponentes propuestas tuvieran diversidad tanto regional como de género en la medida de los posible. En un principio hubo cierto escepticismo respecto a estas restricciones, pero el paso de la edición de León con 24 sesiones paralelas, con un total de unas 280 charlas, a esta edición en Bilbao con 38, y 366 charlas, muestra que las restricciones no son un detrimento de cara a conseguir que el congreso sea un éxito. Además, todo ello ha traído sesiones más inclusivas y diversas que garantizan que sean verdaderamente puntos de encuentro de la matemática española joven.

P.- ¿Qué otras actividades podríamos destacar?

J. T.- Aparte de las charlas del congreso, creo que es importante destacar las mesas redondas, en las que encontramos una sobre inteligencia artificial, que es un tema candente de los últimos tiempos. Sin embargo, quiero destacar las otras dos mesas, la de trabajo y la de jóvenes, dado que son novedosas.

Con respecto a la mesa redonda de trabajo, hemos roto con la idea de hacer una sola mesa que trate de cubrir todo y hemos decidido organizar una multimesa de dos horas con varios debates en paralelo. En la primera hora se discutirán las oportunidades laborales en matemáticas, mientras que en la segunda habrá cuatro mesas redondas en paralelo que cubrirán acreditaciones, postdocs, estabilización laboral vía Ikerbasque y Ramón y Cajal, y petición de proyectos. La idea es que cada asistente pueda ir a una mesa redonda enfocada a los desafíos de la etapa de la carrera matemática en la que se encuentra.  Con respecto a la mesa redonda de jóvenes, el Comité Organizador tenía un compromiso fuerte con que la Comisión de Jóvenes de la RSME organizara un debate que se centrara en las problemáticas que afrontan los y las jóvenes investigadores en matemáticas en España. Los congresos de jóvenes de la RSME agrupan a investigadores de toda España, pero hasta ahora no había habido ningún foro común en uno de estos congresos para discutir estos problemas, aunque ha sido un tema que ha pululado por las conversaciones informales de jóvenes investigadores durante años.

P.- ¿Y respecto a la actividad divulgativa?

J. T.- Estamos haciendo una actividad especial en la que combinamos las matemáticas con el bertsolarismo vasco, que es una tradición de poesía vasca cantada. De ahí el nombre, bertsomáticas, que combina bertsos con matemáticas. En esta actividad, que tendrá lugar en la Biblioteca de Bidebarrieta de Bilbao, habrá tres charlas divulgativas (Kiko «Dr. Hipotenusa» Belchí, Mª Ángeles García Ferrero, y Álvaro Lozano Rojo) y contaremos con dos bertsolaris de renombre como Maialen Lujanbio y Nerea Ibarzabal. De esta manera, será un punto de encuentro de primer nivel entre la poesía oral vasca y las matemáticas.

P.- ¿Cómo valoráis la salud de la investigación matemática española? ¿Han mejorado las oportunidades para los jóvenes?

J. T.- Este congreso demuestra que la investigación matemática joven tiene buena salud en España. Sin embargo, hemos de ser críticos con los números: la mayoría de asistentes no tiene todavía una plaza estable y muchos se encuentran en situaciones precarias, algo que se debatirá en la mesa redonda de Jóvenes.

Adicionalmente, a pesar del gran número de inscripciones en este congreso de la RSME, menos de un 38% son socios de la RSME. De esta forma, en la RSME nos jugamos mucho, dado que debemos demostrar al 60% de no socios que asisten al congreso que la RSME es una sociedad científica útil para los y las jóvenes, en la que sus problemáticas específicas son consideradas y sus demandas representadas frente a los diversos agentes del Sistema Español de Ciencia y Tecnología (SECyT).

P.- ¿Qué mensaje trasladarías a estudiantes que estén decidiendo sobre su futuro profesional y tengan dudas a la hora de orientarse hacia la investigación matemática?

J. T.- Solo diría que la investigación matemática es algo que se puede probar. No pasa nada por probar y después decidir que se prefiere otra cosa. Muchas veces veo esta presión PARA tomar la decisión correcta, con acertar a la primera sin errores, cuando esto es algo más bien raro. Creo que probar la investigación matemática si hay oportunidad para ello es un buen primer paso para ver si es algo que nos gusta o no. Y creo que es importante que nos guste porque, a diferencia de lo que pasa durante los estudios, en el proceso investigador hay más incógnitas que certezas: es intentar resolver un problema para el cual no sabes si tienes las herramientas suficientes ni si la forma considerada es la apropiada. Así, ser capaz de probar y seguir probando acercamientos al problema sin perder las ganas cuando se tiene que desandar lo andado es la habilidad más necesaria para la investigación.